Luego de una larga aventura, el principito decidió hacer un viaje dejando todo atrás, su planta, su cordero, su planeta.
Quiso cambiar de vida, conocer cosas nuevas. Hizo un viaje que le llevó casi todo el día cuando, de repente, pudo ver algo, se dió cuenta que estaba volando sobre un planeta. Él pensó que era lugar indicado para despejarse, pensar y reflexionar de todo lo que había pasado en el último tiempo.
Estacionó su nave. Estaba tan asombrado que no podía ni hablar; al descubrir que había personas habitando ese planeta. La gente lo miraba asombrada al ver la apariencia del principito.
Cuando por fin pudo hablar, saludó, las personas se preguntaban ¿qué hace él aquí? ¿de dónde viene?.
Pidió asilo y la gente sorprendida se lo dio.
El principito había encontrado un hogar donde ya no se sentía tan solo. Tenía amigos y amigas, todas las tardes iba hacia el lago y en ese lugar recordaba a su planeta, solía derramar lágrimas y pensaba en volver. Pero ya había encontrado su lugar.
Se lo veía tan felíz relacionándose con otras personas. Vivió ahí hasta envejecer con una familia, y nunca olvidaba su mundo, siempre lo recordaba con una sonrisa.
Alumnos de Tercero C, turno mañana.
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