Reelaboración
de la Leyenda del Chogüí.
Cuentan que Chogüí era un indiecito
que vivía en una tribu con sus padres en la selva misionera. Su
cuerpo estaba tostado por el sol ardiente de esa zona y sus ojos
inteligentes, negros y rasgados, como los indios de su raza. Pero
Chogüí no era un indio como todos. En lugar de jugar con los otros
niños se internaba en la selva para hablar con los pájaros a los
cuales él consideraba sus mejores amigos.
Muchas veces, sentado sobre el tronco
de un viejo timbó, tomaba su flauta y tocaba dulces melodías que
las aves respondían con armoniosos trinos.
Los pájaros eran de color violeta con
blanco, resplandecían y brillaban con el sol.
El Chogüí siempre quizo ser pájaro.
Un día Chogüí estaba muy triste, de repente, vino un hada mágica
y sorprendió al indiecito. Al verla le contó al hada que quería
ser pájaro como todos sus amigos. Ella le dijo que no podía
convertirlo en pájaro porque necesitaba una posión que estaba en
una cueva muy peligrosa. El, que era muy valiente, se atrevió a ir.
En el camino se encontró con un puente que llegaba a la cueva.
Chogüí se cayó intentando cruzar el puente y se desmayó.
Los pajaritos, sus amigos,
presintieron que algo malo le había sucedido a Chogüí. Fueron a
buscar al hada y marcharon todos juntos a la cueva. Estaba muy grave,
por suerte, un pajarito vió la posión y se la entregó al hada.
Ésta se la dió a Chogüí para beber.
Al cabo de un tiempo, su sueño se
hizo realidad, se convirtió en pájaro y se fue muy contento con sus
amigos hacia el bosque cantando dulces melodías llamadas trinos.
María Luz Luján, Primer año “A”,
turno mañana.