Reelaboración
de la Leyenda de la flor de Ceibo.
Cuenta la leyenda que la indiecita
Anahí era la más fea de una tribu indomable que habitaba en las
orillas del Río Paraná.
Anahí tenía una dulce voz, quizás
la más bella oida jamás en aquellos parajes. Además era rebelde
como los de su raza y amante de la libertad como los pájaros del
bosque.
Un día la tomaron prisionera. Ella
decidida clavó un puñal a su guardián y corrió y corrió.
Se estaba haciendo de noche y no había
nada para comer. Con una rama dura golpeó un pájaro e hizo fuego
como le habían enseñado en la tribu. Se comió el pájaro. Al otro
día estaba más hambrienta que nunca. Vió un árbol a lo lejos y
fue hasta él para ver si habían caído frutos. Encontró y agarró
la manzana más grande y más brillante.
Estaba cerca de los que la tomaron
prisionera. Se fue, y cuando iba a refugiarse encontró uvas, las
comió y se acostó a dormir.
Una siesta, cuando se levantó y comió
la manzana, después de treinta minutos apareció sentada en un
árbol. Nadie sabe cómo, pero se estaba convirtiendo en un árbol
con flores rojas.
Facundo
Gomez, Primer año “B”, turno mañana.
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