Había
una vez una abeja obrera. Ella quería ser reina y
luchaba para serlo. Vivían en un palacio y en el palacio vivían más
abejas. En el patio había una colmena llena de abejas con
miel. También tenían una terraza llena de flores
donde iban a la tarde porque allí vivía la abeja reina.
En
el palacio sólo entraban las abejas que vivían ahí, las otras no
podían entrar. Pero un día salieron a la terraza y vieron un
intruso rompiendo todas las flores. Las obreras se fueron rapidísimo
a decirle lo que estaba pasando a la mamá reina. Ella decidió
llamar a los zánganos porque cada vez había más y más
abejas intrusas.
Los
zánganos fueron a la terraza y vieron a los intrusos. Éstos les
dijeron que si querían seguir con la terraza tenían que luchar
el cuatro de septiembre.
Cuando
llegó el día, los intrusos vinieron todos armados, sacaron fierros
y puntas. Las abejas dueñas del palacio pusieron un reflector
poderosísimo que en dos segundos los derritió y los mató.
Lección:
nunca te metas en lo que no es tuyo o morirás.
Estrella Gonzalez.
Primer año “A”, turno mañana.
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